¿Qué es una isla de calor?
El fenómeno isla de calor se refiere a la ocurrencia de temperaturas más elevadas en los núcleos urbanos respecto a las zonas aledañas. Normalmente se refiere a las temperaturas nocturnas. La diferencia puede ser bastante significativa, de varios grados Celsius entre puntos relativamente cercanos.
Las islas de calor urbanas pueden suponer un problema en las grandes ciudades durante los meses estivales ya que el calor nocturno es un factor que dificulta el descanso de la población.
¿Por qué se produce?
Parte de la radiación solar incidente es radiación absorbida durante el día por las superficies y se va liberando de manera progresiva a lo largo de las horas siguientes, por la noche.
No todas las superficies absorben por igual la radiación, pero los materiales que se emplean en las construcciones urbanas consiguen absorber en gran proporción. Esto hace que la temperatura en el interior de las zonas urbanas sea sensiblemente más elevada que en el resto del entorno.
La presencia, cada vez más amplia, de grandes regiones asfaltadas dificulta la disipación del calor. Se estima que el asfalto es capaz de absorber hasta el 95% de la luz solar, lo que aumenta rápidamente su temperatura. Los ladrillos y las tejas de los edificios también ofrecen cierta dificultad para disipar la energía del sol, puesto que entorpecen su reflejo y absorben gran parte.
El tamaño de la ciudad tiene una gran relevancia: cuanto mayor es la superficie pavimentada, más impacto tiene sobre el ambiente. La falta de zonas arboladas es otro aspecto que favorece que se produzca este fenómeno. Asimismo, la ausencia de sectores verdes evita que pueda captarse radiación a través de la fotosíntesis.
Consecuencias de las islas de calor
Las personas que viven en lugares urbanos son las principales perjudicadas por este efecto. En los meses más cálidos, se hace imperante la necesidad de emplear dispositivos de climatización durante las horas nocturnas. Esto agrava todavía más el problema, puesto que esos aparatos expulsan aire cálido para refrigerar las viviendas. Ese aire pasa a formar parte del ambiente e incrementa la temperatura.
Posibles soluciones
Reforestar las ciudades tiene un enorme impacto sobre los termómetros, ya que las zonas verdes ayudan a reducir la temperatura.
Evitar que el sol llegue a tocar la superficie del asfalto es una medida muy efectiva, ya sea a través de una mayor cobertura arbórea o empleando toldos en las calles de mayor insolación.
Otra solución pasa por recuperar los cauces de los ríos. Manteniendo sus proximidades limpias y desbrozadas, el riesgo de inundaciones se reduce drásticamente sin necesidad de canalizaciones. De igual modo, con el tiempo, la fauna y la flora recuperan la biodiversidad de la zona. Un gran ejemplo es la renaturalización que se ha llevado a cabo en el río Manzanares a su paso por la ciudad de Madrid.
Factores arquitectónicos juegan también un papel muy importante. Por una parte, el empleo de superficies como el hormigón, más claras que el asfalto, proporciona una mayor capacidad para reflejar la luz solar, dado que su superficie es capaz de devolver a la atmósfera parte de la radiación incidente.
En cuanto a la disposición de los edificios, las calles anchas ayudan a que la temperatura nocturna no sea tan elevada. Por otro lado, es fundamental evitar las tejas de colores oscuros. Instalar placas solares en los tejados también reduce la absorción de radiación y fomenta la sostenibilidad.