¿Qué es la eficiencia energética?
La eficiencia energética consiste en la capacidad para conseguir los mejores resultados en una actividad con la menor cantidad de recursos energéticos posible. Es decir, mejorar la eficiencia energética implica reducir el consumo de energía y minimizar el impacto ambiental que tiene cualquier actividad de cualquier sector.
En política, se hace referencia a la eficiencia energética en el contexto de las medidas destinadas a reducir la demanda de energía a través de opciones tecnológicas como el aislamiento de los edificios, electrodomésticos más eficientes, equipos de iluminación eficientes y vehículos eficientes, entre otras.
Para ello, es preciso incorporar y aplicar diferentes modelos sostenibles de gestión, hábitos responsables e innovación tecnológica que requiere ciertas inversiones.
Analizando la eficiencia energética
En las agendas de trabajo de cada vez más gobiernos el concepto de eficiencia energética se ha convertido en una prioridad. Las fuentes energéticas tradicionales, como la quema de combustibles fósiles, se encuentran limitadas e influyen negativamente con sus emisiones en el medioambiente.
Se pretende en muchos casos apostar por las fuentes de energía renovables con tecnología que además ayude al ahorro energético. Al mismo tiempo, y en pro del desarrollo social y económico, no se ha de renunciar a conseguir los rendimientos esperados en el proceso de cambio hacia métodos de producción energética más respetuosos con el medioambiente.
La predisposición es clara: emplear tecnologías que precisan menos cantidad de energía para desempeñar la misma función con idéntico rendimiento. Esta mejora en la eficiencia se sustenta, sobre todo, en la incorporación de la tecnología, el equipamiento y la maquinaria idónea a las actividades o sectores. Asimismo, se han de promover ciertos hábitos personales y buenas prácticas de actuación.
En esencia, la eficiencia energética está relacionada con un uso responsable y optimizado de la energía para reducir el consumo en cada situación. De este modo se pretende una disminución del nivel de emisiones de CO2. Para ello, los usuarios deben aprender y adoptar modelos mejorados de consumo energético.
¿Qué ventajas aporta este enfoque?
El calentamiento global, el deshielo de los glaciares, y las mermas en la biodiversidad, entre otras circunstancias actuales, reflejan la mala situación ambiental. Para combatir estos problemas y otros similares, la eficiencia energética es fundamental, tanto para el presente como para el futuro. Estos son los principales beneficios que reporta mejorar la eficiencia energética:
- Disminución de los gastos energéticos en domicilios y centros de trabajo.
- Descenso de los costes de producción, por lo que se favorece una mayor productividad y competitividad empresariales.
- Reducción de la dependencia energética respecto a países externos. Actualmente, España importa el 80% de los recursos que necesita, lo cual condiciona enormemente la economía del país.
- Consumo inferior de recursos naturales.
Incremento en la seguridad del abastecimiento energético. - Freno del deterioro medioambiental relacionado con la explotación de los recursos naturales.
- Considerable disminución de la emisión de los gases de efecto invernadero y su impacto en el planeta.
El perfeccionamiento de la eficiencia energética tiene un efecto positivo en la seguridad energética, en la eliminación local y regional de la contaminación del aire y también en el empleo.
Las políticas de cambio climático relacionadas con la eficiencia energética y las energías renovables son, a menudo, beneficiosas desde el punto de vista económico, mejoran la seguridad y reducen las emisiones contaminantes de forma local.
Otras opciones de mitigación del cambio climático relacionadas con el suministro de energía pueden ser diseñadas para obtener también beneficios de desarrollo sostenible, tales como, evitar el desplazamiento de poblaciones locales, creación de empleo y beneficios sanitarios.
Las principales medidas para mitigar el cambio climático se dirigen hacia la mejora en eficiencia energética, la sustitución de combustibles fósiles, el desarrollo de las energías renovables, el desarrollo orientado al transporte sostenible, la reducción de la deforestación, una gestión de los cultivos y los sistemas ganaderos, el fomento de la bioenergía y la captura y almacenamiento de carbono.
Desde el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC, se ha evidenciado, a nivel internacional, el impulso a las políticas para la reducción de emisiones a través de la eficiencia energética. La actualización de los códigos técnicos de la edificación, la creación del certificado de eficiencia energética y otras regulaciones han demostrado que es posible reducir el consumo de energía, por ejemplo, de los edificios.
Con el foco en las empresas
La eficiencia energética resulta clave para mejorar la competitividad empresarial. Es, por sí misma, una razón de peso para adoptar estas buenas prácticas en toda organización.
Además, asegura otros beneficios empresariales sumamente interesantes y valiosos:
- Disminución de los gastos y optimización del control presupuestario.
- Descenso de los riesgos técnicos y mejora de los equipos utilizados.
- Refuerzo positivo del branding. Los consumidores mundiales valoran muy especialmente estas prácticas y este posicionamiento.
- Mejora en las condiciones de trabajo y la productividad individual de los profesionales.
- Aprovechamiento de la innovación tecnológica y mayor seguridad.
Ámbitos de aplicación del ahorro y la eficiencia en la energía
De manera progresiva y con ritmos de evolución diferentes, este concepto se está aplicando a todos los ámbitos del consumo y la producción. Entre los sectores prioritarios, en los que mayores avances se están consiguiendo, figuran:
- Sector energético. Se incorporan nuevas tecnologías para el mejor aprovechamiento y distribución energéticos. En paralelo, se trabaja y se optimiza el uso de las energías renovables.
- Industria 4.0. Se otorga este calificativo a toda clase de actividad industrial o productiva que está logrando avances destacados en el aprovechamiento energético.
- Construcción. Los nuevos edificios están siendo construidos con importantes mejoras y sistemas de optimización energética y los ya existentes podrían reducir considerablemente las emisiones de CO2.
Algunos recursos de referencia
El Certificado de Eficiencia Energética evalúa y refleja las características de un edificio, por ejemplo, respecto al uso eficiente de la energía. Se trata de un documento oficial firmado por el especialista competente, homologado, que califica energéticamente a ese inmueble.
Tras un exhaustivo proceso de evaluación, se expide este certificado que incluye una valoración final de sus condiciones, según una escala de siete letras. La A se otorga a los edificios más eficientes y la G a los que menos. Entre medio, se reparten los niveles de manera consecutiva y descendente entre la B y la F. En la actualidad, este es un documento obligatorio en España desde 2013, que debe tener y presentar el propietario que participa en una compraventa o alquiler. No será obligatorio en algunas ocasiones, como por ejemplo, cuando el espacio sea inferior a 50 metros cuadrados o cuando el edificio se compre para ser sometido a una demolición o reforma importante.
La Etiqueta de Eficiencia Energética es un sello que refleja cuál es la eficiencia de cualquier aparato a la venta que consume energía. La escala aplicada es similar a la anterior. La letra A y el color verde reflejan la máxima eficiencia y, la letra G y el color rojo, la mínima. Se aplica, especialmente, a electrodomésticos. En Europa, esta etiqueta es obligatoria para su compraventa, ya que faculta al usuario para decidir mejor con criterios energéticos. Además, del consumo energético, estas etiquetas también dan información sobre el agua que utilizan(si procede), del ruido, etc.
La etiqueta de eficiencia energética y los certificados energéticos caducan a los 10 años de su emisión. Un electrodoméstico muy eficiente normalmente será más caro que uno con un consumo energético más elevado. Sin embargo, optar por una opción más eficiente supone un ahorro a medio-largo plazo.
¿Cómo ser energéticamente más eficientes en el hogar?
Cualquier persona tiene la posibilidad de colaborar en esta línea de sostenibilidad y mejora. Basta con aplicar en casa ciertos buenos hábitos y prácticas positivas. Algunos ejemplos son:
- Apagar las luces que no se utilizan.
- Intentar aprovechar la luz natural cuando es posible.
- Adquirir electrodomésticos de clase A.
- Colocar a una altura más baja la instalación de las luces: así iluminan más y mejor.
- Desenchufar los equipos electrodomésticos no empleados.
- Disponer de un buen aislamiento
- Colocar sistemas de ahorro de agua
- Revisar los sistemas de climatización
Sin lugar a dudas, la eficiencia energética es un objetivo que nos beneficia y todos podemos contribuir a su mejora.