Nuestras acciones individuales no cuentan – FALSO
En numerosas ocasiones hemos escuchado que las acciones individuales que podemos llevar a cabo cada uno de los seres humanos son insignificantes a la hora de luchar contra el calentamiento global. Pero ¿qué hay de cierto en esto? ¿debemos esperar a que otros lleven a cabo movilizaciones de mayor índole? O por el contrario ¿está en nuestra mano promover ciertos cambios que ayuden a modificar nuestro estilo de vida y preservar el planeta?
El informe publicado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) muestra conclusiones devastadoras, pero, a la vez, muy contundentes. La evidencia es clara: ahora es el momento de actuar. De aquí a 2030 podemos reducir las emisiones a la mitad. En el periodo 2010-2019, las emisiones de gases de efecto invernadero medias anuales a escala global se situaron en los niveles más altos de la historia de la humanidad, pero el ritmo de aumento ha disminuido. Si no logramos fuertes reducciones de las emisiones de forma inmediata en todos los sectores, limitar el calentamiento global a 1,5 °C estará fuera de nuestro alcance. Sin embargo, hay cada vez más evidencias de la acción por el clima.
Según el director de dicho informe: “Estamos en una encrucijada. Las decisiones que adoptemos ahora pueden asegurar un futuro digno. Contamos con las herramientas y los conocimientos especializados necesarios para limitar el calentamiento”.
Para limitar el calentamiento global, se necesitarán transiciones importantes en el sector energético. Esto implicará reducir de forma contundente el uso de los combustibles fósiles, extender la electrificación, mejorar la eficiencia energética y utilizar combustibles alternativos. En las ciudades deben reducirse las emisiones mediante un menor consumo de energía, la electrificación del transporte en combinación con fuentes de energía de baja emisión, y una mayor absorción y almacenamiento de carbono a través de la naturaleza.
Sabemos que muchas de las grandes decisiones que condicionarán nuestro futuro deben de ser tomadas por los gobiernos internacionales y, en especial, por aquellos que pertenecen a los países más contaminantes. Pero eso no nos exime de tomar acciones individuales que puedan movilizar cambios sociales, educacionales o empresariales. Por lo tanto, para poder solucionar este problema la acción debe ser conjunta y de cada uno de los seres humanos que habitan la Tierra. Preguntas como ¿puede contribuir el uso del transporte público a paliar la situación si lo uso cada día? O ¿pueden los residuos que reciclo ayudar a reducir emisiones? pueden parecer absurdas a la hora de abordar un problema tan grave como el del cambio climático, pero no lo son ni mucho menos. Las acciones, y los individuos como agentes dentro de los grupos sociales de los que formamos partes, tenemos mucho que hacer y promover. Cuando las acciones son repetidas y sostenidas, se convierten en prácticas y en hábitos diarios a través de los cuales se crea una conciencia del cambio climático y una ejemplaridad que se transmite a las siguientes generaciones.
Cuando consumimos productos, como consumidores, tenemos el poder de premiar a empresas que estén comprometidas con el medioambiente y utilizar sus productos de una forma adecuada. Consumir de forma responsable implica invertir en productos locales y cercanos, que utilicen una cadena de producción que minimice la huella de carbono y que nos permita que nuestro impacto sea menor.
Cuando nos desplazamos, tenemos la opción de elegir vehículos y transportes no contaminantes que con sus bajas emisiones o emisiones cero contribuyen a que la temperatura media global no se incremente. Si cada uno de nosotros apostamos por una movilidad y consumo sostenible y teniendo en cuenta que somos más de siete mil millones de seres humanos habitando la Tierra, está claro que la suma de cada uno de nosotros puede contribuir al cambio global.
Pero podemos hacer muchas cosas más: consumir menos y mejor, reutilizar, reciclar, reusar, dar una vida útil a los productos hasta que esta finalice, alimentarnos de forma saludable y con producto local, apostar por energías verdes y sostenibles, tener una vida doméstica de bajo consumo y promover una educación medioambiental basada en el respeto por el planeta y el bienestar natural. Por supuesto no puede faltar la elección gubernamental. También es nuestra responsabilidad saber a quién elegimos para representarnos y tomar decisiones mayores que impliquen estos cambios tan trascendentales.
De este modo, las acciones individuales suman, pero solo la acción colectiva será capaz de transformar la situación del clima global. Todos los grandes cambios sociales requieren de una red de acciones individuales que se multiplican y que están conectadas entre sí. Como seres sociales que somos, muchos de nosotros nos movilizamos cuando vemos a otros hacerlos y cuando tenemos conocimiento de las graves consecuencias que pueden acontecer. La emergencia climática es precisamente eso, una emergencia en la que todos y cada uno de nosotros debemos tener un plan.