Los cambios en el clima que estamos viviendo se deben solo a las manchas solares o a los rayos cósmicos- FALSO
La ciencia muestra que el clima en nuestro planeta ha ido siempre cambiando: a lo largo de los 4.500 millones de años que tiene la Tierra, se han dado periodos fríos y cálidos de diferentes duraciones.
Sabemos que sutiles variaciones en la órbita de la Tierra alrededor del Sol (ciclos de Milanković), fueron responsables de las últimas glaciaciones y los periodos interglaciares. Sin embargo, en las últimas décadas hemos asistido a un calentamiento global muy rápido con una velocidad que no se puede relacionar con cambios de órbita de la Tierra.
Igualmente, los cambios observados con el actual cambio climático son muy grandes como para relacionarlos con la actividad solar. Ciertamente el Sol no siempre brilla al mismo nivel, sino que su actividad aumenta y disminuye en ciclos de once años, aproximadamente, durante los cuales su campo magnético varía.
El momento del ciclo solar afecta la actividad de la superficie del Sol, ya que a medida que los campos magnéticos cambian, también lo hace el nivel de actividad en su superficie. Los niveles de radiación solar aumentan o disminuyen, al igual que el tamaño o la cantidad de manchas y erupciones solares.
El Sol es la fuente principal de calor de nuestro planeta y los cambios en su actividad sí tienen impacto en la atmósfera terrestre. ¿Podríamos atribuir el actual cambio climático a la variación de la actividad solar? Una comparación de la actividad del Sol y el clima durante los últimos 1150 años encontró que las temperaturas se correspondían estrechamente con la actividad solar.
Sin embargo, durante las últimas décadas los satélites han observado la producción de energía del Sol, que ha ido variando en menos del 0,1% recientemente. Después de 1975, las temperaturas aumentaban mientras que la actividad solar mostraba poca o ninguna tendencia a largo plazo. La literatura científica apunta a que, aunque la actividad del Sol contribuyó al calentamiento de principios del siglo XX, ha tenido poca contribución en las últimas décadas y es probable que incluso haya supuesto un ligero enfriamiento de la atmósfera terrestre.
En caso de que llegara a producirse un gran mínimo solar, el planeta sólo se enfriaría 0.3ºC temporalmente, según los cálculos. Es muy poco en comparación con el calentamiento de más de 1ºC que hemos adquirido desde la época preindustrial, por lo que no supondría una paralización del cambio climático. En términos de forzamiento radiativo supondría una variación de -0.1 W/m2, es decir serviría para compensar las emisiones de dióxido de carbono al ritmo actual de crecimiento de un periodo de solo 3 años.
Mientras que la temperatura ha aumentado de forma evidente en las últimas décadas la irradiancia solar no presenta grandes variaciones ni tendencia. No se observa correlación entre ambas variables. Fuente: NASA
Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) las variaciones en la actividad solar no son la causa fundamental del actual cambio que experimenta el clima de la Tierra. Desde 1750, el calentamiento generado por los gases de efecto invernadero provenientes de la quema humana de combustibles fósiles es más de 50 veces mayor que el ligero calentamiento adicional proveniente del propio Sol durante ese mismo intervalo de tiempo.
Los estudios actuales apuntan a que la influencia de la variabilidad solar es más de carácter regional que global. Por ejemplo, a través de un análisis de la temperatura superficial del océano durante los años en que hay más manchas solares, se ha observado que el Pacífico tropical muestra un patrón similar a La Niña, con enfriamientos de hasta 1ºC en regiones del Pacífico ecuatorial oriental. Además, todo apunta a que, si hay en efecto una influencia solar sobre el clima, ésta se manifestará como cambios en la circulación en general más que en las mediciones directas de temperatura.
Buscando otras explicaciones al cambio climático en el espacio exterior, en algún momento se llegó a proponer que quizás los rayos cósmicos galácticos procedentes del espacio exterior pudieran ser la causa del actual calentamiento global. La hipótesis es la siguiente: habría una relación directa entre la cantidad de rayos cósmicos y la formación de nubes. Por tanto, al haberse reducido el flujo de rayos cósmicos se habría reducido la cubierta nubosa durante las pasadas décadas, lo que supondría el aumento observado de la temperatura media (Teoría de Svensmark).
La relación entre la formación nubosa y la llegada de rayos cósmicos todavía no ha sido probada. Por otro lado, la mayoría de los estudios no muestran una reducción de los rayos cósmicos en las últimas décadas. Además, los estudios no han conseguido mostrar una correlación significativa entre los eventos en los que los rayos cósmicos se reducían drásticamente (eventos de decrecimiento de Forbush) con una disminución de la cobertura nubosa. Por tanto, la teoría de que los rayos cósmicos que apunta a la reducción de estos como causa del calentamiento global está causando el calentamiento global no es válida. La radiación cósmica no ha mostrado ninguna correlación con las temperaturas globales desde 1970.
Con todo esto, quedan descartadas las hipótesis que apuntan al espacio exterior como origen del actual cambio climático. La ciencia establece que el origen de este es antropogénico debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Cualquier otra teoría alternativa no ha encontrado apoyos experimentales hasta el momento, ni los cambios en la actividad solar ni los rayos cósmicos están detrás del actual cambio climático de la Tierra.